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“La formación educativa es clave para enfrentar la exclusión y la delincuencia juvenil”

Marcelo Krichesky pertenece a una fundación que trabaja por la educación, el trabajo y los derechos ciudadanos de los jóvenes con menos oportunidades. En esta entrevista cuenta la experiencia y su opinión sobre el tema.

La fundación SES (sustentabilidad del derecho a la educación, el trabajo y la participación) cumplió 10 años de trayectoria en el pasado mes de noviembre y para celebrarlo realizó un encuentro de trabajo y reflexión en la sede del Incasur.
Su principal referente, Marcelo Krichesky (foto) se detuvo para conversar con Notisur sobre la situación actual de la juventud en Argentina. La fundación que representa, a través de distintos programas e iniciativas, logró que más de 30 mil jóvenes volvieran a la escuela, 19 mil mejoraran su formación laboral y condiciones de empleabilidad y 50 mil participaran en programas de inclusión social.

¿Qué hace SES y como se encuentra a 10 años de su creación?
La fundación es una organización social que trabaja en Argentina por la inclusión educativa, social y económica de los adolescentes que están marginados y con obstáculos para incluirse socialmente. Actualmente realizamos monitoreo de programas y sistematización de distintas experiencias. Además tenemos un convenio con UNICEF, en el marco del cual hicimos este encuentro para discutir propuestas para el cambio en la educación secundaria.

¿Qué sucede con la educación secundaria en Argentina?
En el caso argentino a partir de los años 80´ y en forma creciente y paulatina se observa un incremento de la cantidad de jóvenes que ingresan al sistema educativo formal. Sin embargo, también es cierto que es significativo el número de deserciones. Hay que trabajar con fuerza para que los jóvenes no dejen la escuela. Ese es uno de nuestro objetivos fundamentales.

Criminalidad, educación y trabajo

Uno de los temas más recurrentes en los últimos tiempos es la inseguridad y la violencia urbana. En Buenos Aires, como otras grandes ciudades latinoamericanas, es habitual que se vincule en forma directa a la juventud con los elevados índices de criminalidad.
En un artículo reciente, Bernardo Kliksberg, especialista en el tema, señala como la iniciativa demagógica de “mano dura” para solucionar el problema en vez de lograr éxito, agrava la situación.
En una Latinoamérica profundamente desigual, donde el 10% más rico de la población tiene 84 veces el ingreso del 10% mas pobre, los jóvenes son las principales víctimas de la injusticia económico-social: en muchos países la desocupación juvenil duplica y hasta triplica la tasa de desocupación promedio superior al 20% en buena parte de la región. Uno de cada cuatro jóvenes latinoamericanos y uno de cada cinco argentinos están fuera del sistema de trabajo. Del mismo modo sucede con la educación, ya que 1 de cada 3 jóvenes no terminan la escuela secundaria en América Latina. En cambio, los países latinoamericanos que mayor inversión realizan en educación y salud son los que ostentan menor índice de delincuencia, tales los casos de Costa Rica y Uruguay.

Relacionado a este aspecto, Krichesky respondió que “el espacio de la escuela es un lugar donde no se discrimina ni se excluye, en comparación con otros ámbitos. Es en el colegio donde el joven está más contenido a nivel social y esto reduce fuertemente la tendencia a delinquir. Además, en la escuela la mayoría de los jóvenes se pueden manifestar en forma democrática, experiencia que tal vez en otros lugares, como la calle o incluso el trabajo, no pueden vivenciar”.
En el punto relacionado a la educación y el trabajo, añadió: “Con respecto a la formación educativa y la salida laboral, durante el proceso neoliberal de los años 90´ se desmanteló, tanto en Argentina como otros países de Latinoamérica, la educación técnica y de oficios. En los últimos años se observa una tendencia para revertir esto, pero sin dudas hay realizar mayores esfuerzos para retomar un camino positivo en ese sentido que aliente a los jóvenes a educarse y no abandonar en el intento”.