Reflexión del compañero Felipe Fossati sobre un texto de Zamagni.
El artículo de L’Osservatore Romano “
Il nemico numero uno sarà il neoliberismo” que, que traducido es “El enemigo número uno será el neoliberalismo”, habla de ideas compartidas por varios "neoliberales" y en parte eslóganes genéricos, de "comisiones de expertos" que piensan como Stefano Zamagni. Y no conozco ningún neoliberal que defienda el Estado de Bienestar ni el principio de subsidiaridad…
En la encíclica de SS: Pio XI Quadragesimo Anno (cuadragésimo aniversario de la Rerum Novarum) encontramos la diferencia en orden temático, entre las dos encíclicas: la Rerum Novarum trata la cuestión obrera del naciente capitalismo industrial, la Quadragesimo Anno se extiende a todo el orden social. Contempla la evolución del socialismo y las nuevas estructuras sociales después de la Primera Guerra Mundial. Se necesitaba una nueva visión orgánica y ética del orden económico social a nivel mundial.
Aún cuando la Rerum Novarum mencionaba el principio de subsidiaridad sin darle este nombre, Quadragesimo Anno lo expone con toda claridad y justifica por qué los superiores deben respetar la iniciativa de los inferiores y sólo intervenir para ayudarlos cuando sea necesario; esto no minimiza su sentido de solidaridad. Expone las exigencias y condiciones del salario justo y propone como medio para atacar el problema social la cristianización de la vida económica y ejercicio de la caridad. Así enfrentaba valientemente a los ídolos del liberalismo del primer capitalismo y profundización del salvaje laissez faire, laissez passer, superando prejuicios se adelantaba a los tiempos y contribuye a una nueva filosofía social.
El fundamento del principio de subsidiariedad se encuentra en la centralidad del hombre en la sociedad (CA, n. 54). Cada persona humana tiene el derecho y el deber de ser el autor principal de su propio desarrollo (MM, n. 59) pero necesita de la ayuda de los demás para llevarlo a cabo. Por eso, la autoridad debe establecer unas condiciones de vida que permitan a cada hombre y a cada mujer un desarrollo integral, en todos los ámbitos posibles, fomentando y estimulando las iniciativas personales respetuosas del bien común; ha de coordinar y ordenar esas iniciativas en el conjunto del mismo bien común; ha de suplirlas y completarlas cuando las necesidades comunes superen las posibilidades de los individuos y de las sociedades intermedias. Pero no debe impedir o suplantar la iniciativa y la responsabilidad de sus miembros.
Nadie pide enterrar a Adam Smith, ni a sus aportes, y de seguir estudiando sus ideas, aún cuando no comparto y no es necesario compartir su pensamiento económico.
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