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Cartilla del aprender a aprender
Una reflexión de Rodolfo Romero (RoRó) sobre el proceso enseñanza y aprendizaje, para aplicar en nuestras vidas.
Necesitamos de una cartilla que nos permita compenetrarnos de un proceso tan vital e irreemplazable para la vida y la lucha diaria: aprender a vivir, ya que nacimos con esa potencialidad maravillosa. Y hoy se nos exige hacernos de nuevas herramientas para revisar nuestro aprendizaje tradicional, y volver a aprender de una nueva manera, es decir, aprender a aprender. Con más razón para los hombres y las mujeres, que asumimos un tipo de compromiso en este escenario tan complejo y contradictorio, que nos ofrece la realidad tan cambiante del mundo de hoy.
 
Y, además, necesitamos contar con una agenda de vida y un mapa de ruta. Por lo tanto, debemos plantearnos un primer interrogante:

1. ¿Qué significa aprender a aprender? 

  • Es parte de un proceso de revisión de vida y de búsqueda para reaprender todo.
  • Es aprender a asociarse mejor con el cerebro, centro de nuestro aprendizaje.
  • Es redescubrir todo el significado del proceso enseñanza – aprendizaje.
  • Es, también, repreguntarnos todo.
  • Es estar dispuesto a cambiar, siendo capaces de crear nuevos paradigmas.  
Digamos algo sobre el proceso enseñanza – aprendizaje para captar a fondo su importancia y significado. Enseñar (docere) es mostrar caminos. Es dar pautas para formatear la conducta humana. La docencia es una tarea de enseñanza con un peso significativo en la vida del ser humano. 
Nos parece importante poner el acento en el aprendizaje, que debe ser activo – participativo – creativo.
 
La antropología cultural nos indica que todo ser humano es portador en su código genético de tres potenciales cualidades, que debemos desarrollarlas, totalmente originales en los seres humanos, a saber:
  • Capacidad de aprender desde la concepción hasta la muerte.
  • Desarrollo del lenguaje articulado, que facilita nuestro proceso comunicacional, y donde se combinan el silencio, la palabra y los gestos.
  • Capacidad de trabajar libremente, para transformar la realidad y liberarnos de nuestro estado de necesidad, generando un proceso social y una dinámica de convivencia humanizante.  
Por lo tanto, nacimos para aprender y morimos aprendiendo. Y este aprendizaje, asociado al lenguaje y al trabajo, nos convierte en seres creadores de cultura y forjadores de una civilización determinada. Y, además, creamos símbolos.
 
La evolución del cerebro juega aquí un papel fundamental. Si bien el desempeño de la mente sigue siendo un maravilloso misterio, podemos afirmar que la inteligencia humana se corresponde con la ley de la necesidad, con el avance de la conciencia de la libertad personal, y con el mandato de la existencia social.
 
Y sabemos que todo está en evolución. El comportamiento actual del ser humano es el resultado natural de este proceso evolutivo, con todo lo positivo, negativo e interesante que conlleva este proceso.
 
El perfeccionamiento del lenguaje, la importancia del silencio, de la palabra, y del gesto humano, como los avances en la comunicación grupal (en tribus – clanes, sociedades modernas, etc.), la cooperación y el trabajo asociado fueron creando la organización social, que hasta hoy sigue evolucionando, buscando perfeccionarse, por lo que también debe cambiar periódicamente.
 
Y todo aprendizaje es en el fondo la primera dimensión triangular de nuestras vidas. Es parte substancial de nuestro proceso de hominización:
  • Desarrollamos nuestra conciencia y filosofía de vida.
  • Desarrollamos nuestra capacidad organizativa y tecnológica.
  • Desarrollamos nuestro poder como capacidad de sobrevivencia y de lucha.  
Es así como en el espacio-tiempo nos vamos humanizando, socializando, culturizando, y siendo capaces de crear símbolos. Somos animales simbólicos, con visión histórica, por eso somos sujetos de la historia. La protagonizamos en las circunstancias complejas que la realidad nos plantea.
 
Eso explica por qué nos disponemos a morir en defensa de nuestros símbolos significativos, que definen nuestra identidad, entidad y proyecto de vida.
 
El aprendizaje lo podemos representar con un triángulo:


Nada sorprende tanto al bebé, al adolescente, y al adulto cuando descubre cómo opera el medio ambiente, y cómo se relaciona el ser humano con las personas y las cosas que va formateando, aprendiendo, conociendo, transformando. Percibimos el mundo a nuestra manera, y vamos acumulando experiencia y conocimientos.
 
Un dato fundamental es la contextualización del aprendizaje, es decir, ubicarlo correctamente en el espacio-tiempo y frente a los problemas, realidades y acontecimientos que se van produciendo y van impactando al cerebro humano.
Es así como se va desarrollando el entendimiento humano, y crece la capacidad de comprensión de la realidad real y virtual en el que vive cada persona.
 
Es así como vamos desarrollando nuestras ideas, conceptos y pensamientos, que van cambiando, y que debemos revisarlas y renovarlas en forma sistemática.
 
Por eso es interesante captar la profunda dimensión de lo que nos dice el genio Albert Einstein:
 
“Cada vez comprendemos más, pero entendemos menos”.
Albert Einstein.-
 
Está en juego nuestra comprensión y entendimiento del mundo, de la realidad y de las cosas, sabiendo que el mundo del trabajo es nuestro escenario principal. Y, en especial, está en juego nuestro relacionamiento humano, en particular con los compañeros y compañeras de trabajo y de nuestras organizaciones.
 
Con la revolución científica y tecnológica se nos amplia el campo de la comprensión, pero se nos puede estrechar y acotar el nivel del entendimiento.
Es que la realidad que percibimos e interpretamos, siendo muy compleja, va cambiando en forma contradictoria, y puede producir desorientación, incertidumbre y hasta confusión. Nuestra tarea formativa es para clarificarnos.
 
Aprender es vivir de sorpresa en sorpresa. El avance científico-tecnológico es lo más sorprendente en cada tiempo histórico. Y no tiene punto final.
 
Cuando dejás de sorprenderte, admirar, y reaccionar es que has dejado de vivir.
Y una luz de comprensión ilumina el rostro del sujeto cada vez que su entendimiento se ensancha en el horizonte del aprendizaje, del conocimiento.
 
Y cada nueva sorpresa tiene la virtud de producir alegría y/o dolor en el sujeto que aprende, que siente, que hace, que conoce. Por eso surge multiplicidad de preguntas, y se organizan tantas respuestas alternativas.
 
Las preguntas y las respuestas conforman el alma de todo proceso de aprendizaje, y las preguntas son múltiples, como las respuestas son alternativas, y están emparentadas con los fines que perseguimos y los medios que utilizamos.
La alegría es por todo lo que significa el estallido de la novedad que se incorpora en la vida de una persona, y también es sufrimiento, por todo el esfuerzo, los sacrificios que supone todo aprendizaje.
 
Pensemos solamente en todo el sacrificio que supone para un niño o niña el aprender a caminar, aprender a hablar, aprender a tener ideas, conceptos y pensamientos coherentes, y todo lo que a todos nos cuesta estudiar, entender, comprender las matemáticas, las otras ciencias, el arte, los deportes y, sobre todo, analizar, sintetizar, interpretar las realidades tan complejas y contradictorias.
 
La mente, a partir de sus vivencias, produce estructuras emocionales y conceptuales, que la memoria conserva, organiza, y reproduce. Por eso, debemos trabajar más y mejorar el uso de la memoria, que no debemos confundirla con la inteligencia, pero ésta, en muchos aspectos, depende de ella.
 
Y, desde luego, que nos produce una profunda tristeza cada vez que el avance de nuestra conciencia crítica y política nos enseña la naturaleza y características de la explotación humana, la exclusión social y la violación sistemática de los derechos humanos de las personas y de los pueblos.
 
Todo lo que significa el desarrollo de nuestros sentidos, la ubicación de las formas, la captación de los contenidos, la distinción de los colores, la rica manipulación de las manos, el poder de nuestro desarrollo físico-psíquico, el valor incomparable de nuestra capacidad de razonamiento-reflexión, y la dinámica de todo nuestro sistema nervioso, como el valor de nuestra conciencia, (lo consciente, subconsciente, inconsciente), todo ello nos indican claramente que poseemos una riqueza maravillosa para poder aprender y madurar, conociendo cada vez más y mejor todo lo que nos ofrece la naturaleza y nos proporciona la vida societaria.
 
De verdad que necesitamos conocernos cada vez más y mejor, percibir y conocer cada vez más y mejor nuestras realidades y nuestro mundo. Necesitamos tener una visión concreta, realista y cósmica. Y hacer un esfuerzo por redescubrir al compañero y compañera en su problemática y en su virtualidad.
 
Lo pequeño y lo grande, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira, lo positivo y lo negativo, lo mediocre y la excelencia, la justicia y la injusticia, la guerra y la paz, la falso y lo verdadero, la opresión y la libertad, la dictadura y la democracia, la ignorancia y el conocimiento nos impactan profundamente.
 
Y en todo esto se va dando un proceso de acumulación de experiencias, de conocimientos, de verdades y de principios que las vamos renovando sistemáticamente. La rutina puede ser nuestro gran enemigo.
 
Quiere decir que la vida es un proceso interminable de cambios en nuestra existencia personal y social, y que estos cambios van produciendo la novedad en nuestro proceso cultural y civilizatorio, que a su vez, debemos aprender a captarlo, interpretarlo, acompañarlo, intencionarlo, y transformarlo en forma sistemática.
 
Si los cambios marcan nuestras vidas en forma tan significativa, debemos, al mismo tiempo, entender y comprender que nosotros estamos llamados a cambiar a nivel de nuestro razonamiento, de nuestra conciencia y de nuestro compromiso y comportamiento.
 
Si nuestro aprendizaje se queda en el tiempo y no avanza en el espacio, y no lo revisamos a fondo, no lo renovamos, no lo cambiamos, quedaremos definitivamente varados o anclados en el siglo que se convirtió en pasado. Y nosotros no podemos utilizar el pasado como sofá para instalarnos en él, sino como trampolín para dar el salto hacia el futuro.
 
El impacto de la velocidad con que hoy se produce y renueva la revolución científica y tecnológica, como la profunda crisis que nos azota, y la brutal ofensiva de la cultura corporatista que pretende imponernos el capitalismo-neoliberalismo con visión hegemónica, nos obliga a reaprender todo, a repensar todo, a cambiar nuestro método de trabajo y de acción, y a renovar nuestro compromiso con el mundo del trabajo.
 
La cuestión de fondo es renovar nuestra conciencia crítica-política, y nuestro compromiso de clase. Revisemos nuestra experiencia, nuestras teorías y nuestra práctica social.
 
Y para ello busquemos diseñar y estructurar nuestra cartilla del aprender a aprender, sabiendo que disponemos de un cerebro con tensiones y contradicciones entre sus cinco principales componentes, a saber:
  • La parte del cerebro cognitivo – racional.
  • La parte del cerebro sensitivo – emocional.
  • La parte del cerebro tecnológico – productivo.
  • La parte del cerebro imaginativo – creativo.
  • La parte del cerebro con capacidad operativa – práctica.  
Aprender a motivar, a tomar decisiones, a conducir, a administrar, a planificar, y aprender a hacer bien las cosas, son los pasos que todo proceso educativo – formativo – participativo debe saber poner en marcha para lograr un buen desarrollo de la persona, en especial de los dirigentes y de los liderazgos.
 
En todo proceso de aprendizaje, el esfuerzo personal y la motivación grupal son claves. Sin ellos nada puede avanzar y desarrollarse correctamente.
 
La toma de decisiones correctas y oportunas, la visión de conducir con sentido de participación democrática, de administrar con sensatez y sabiduría las propias contradicciones, y los bienes y servicios que están a nuestra disposición, de sistematizar los conocimientos como de planificar la acción, y poner todo el arte posible en su realización son aspectos esenciales del aprender a aprender, para no repetir simplemente lo que hasta ahora conocemos, sabemos y hacemos.
 
No perdamos de vista que estamos enfrentados a dirigencias y liderazgos profundamente contaminados con la salsa de la mediocridad en todo el panorama nacional e internacional, y que se aferran a creencias, prejuicios y prácticas que más bien se corresponden con el pasado, y no con el presente cargado de desafíos, y con un futuro, fundado en la esperanza.
 
Nosotros apuntamos hacia la excelencia, y somos partícipes de un profundo proceso de transformación social, cultural, económico, político y espiritual. Y vamos conformando el nuevo ejército de los renovadores, transformadores y revolucionarios.

2. Agenda de vida, mapa de ruta. 

Consecuentemente, para renovarnos, debemos contar con una agenda de vida y un mapa de ruta. Un verdadero calendario de compromiso y un mapa de ruta conceptual, para clarificar todo nuestro saber y quehacer.
 
La agenda de vida nos obliga a situarnos correctamente en el tiempo-espacio, y a leer y escribir. Sin agenda, lectura, y escritura organizada no seremos gran cosa y el mapa para contextualizar mentalmente nuestro mundo, nuestra realidad, nuestras circunstancias, nuestro derrotero, y profundizar nuestras ideas, conceptos, pensamientos, y los problemas que enfrentamos en el ambiente del trabajo, de la comunidad, sociedad a nivel nacional e internacional, en lo económico – financiero, político, social, cultural, etc. Es decisivo ordenarlos y sistematizarlos.
 
La agenda de vida y el mapa de ruta conceptual nos ayudará a mejorar la memoria, la atención y concentración, a profundizar y sistematizar nuestros conocimientos, a saber administrar mejor nuestra energía y nuestro tiempo, a organizar mejor el espacio que necesitamos ocupar, a fortalecer el poder que precisamos construir con audacia y, en especial, a conducir con sensatez y sabiduría toda la marcha colectiva de la clase trabajadora.
 
Todo ello nos plantea aprender a establecer una relación dialéctica con todo lo que representa el cerebro como centro de nuestro aprendizaje, con toda la dinámica extraordinaria de nuestra mente, y con todo lo que contiene, desarrolla y opera nuestro cuerpo y nuestros sentidos, que transmite verdades y mentiras con sus gestos, su olfateo, su captación de los sonidos y su mirada.
 
Debemos asociar creativamente cerebro, mente, cuerpo, intuición, espíritu. Es la tarea de comenzar a conocerse más profundamente uno mismo, y conocer todo el contexto que conforman las ricas manifestaciones de las circunstancias que hacen que nuestra vida personal tenga una impronta particular.
 
Por eso Sócrates nos hace el llamado: “Conócete a ti mismo”.
Y lo que nos dice Ortega y Gasset:
 
“Yo soy yo y mis circunstancia. Si yo no la salvo a ella, ella no me salva a mí”.
Debemos prepararnos para salvar nuestras propias circunstancias, y las circunstancias que rodean al mundo del trabajo.
 
Esta es una parte decisiva del aprender a aprender, para ser en cada nuevo día, nosotros mismos, con identidad, entidad y proyecto propio, diferente de los demás, pero relacionado y comunicado a plenitud con los demás.
 
Siendo diferentes, también podemos ser iguales o parecidos. Y si logramos ser excelentes, nos convertiremos en referentes de los demás.
 
Así, cada uno se convierte en un nuevo paradigma, en un nuevo motivador, organizador, conductor, planificador y educador de uno mismo y de los demás.
Eso es ser dirigente, en camino de ser un líder.
 
La agenda de vida y el mapa de ruta conceptual nos permitirá desarrollar una cultura política con visión estratégica, donde lo concreto y lo global, lo particular y lo universal, se interaccionarán, se dinamizarán y complementarán creativamente.
Es el propósito central del programa de formación política con visión estratégica puesta en marcha por la CLATE.
 
Es la visión que requerimos para el presente siglo XXI. Contamos contigo para esta hermosa tarea.
 
“La demostración mas clara de la crisis de una clase dirigente. Es hacer las mismas cosas, de la misma manera, buscando obtener resultados diferentes”.
Albert Einstein.-
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