Unasur condenó con rapidez el intento de golpe en Ecuador y los países acordaron establecer una cláusula democrática
A las pocas horas del secuestro del mandatario ecuatoriano en un hospital de Quito, Argentina fue la primera en condenar el levantamiento. Luego se sumarían Brasil, Uruguay, y el resto de los países del bloque.
Como si se tratara de dejar en claro que la región aprendió la dura lección que dejó el golpe de Estado en Honduras a principios de año, la
Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) reaccionó en bloque al inesperado conflicto en Ecuador y dio una rápida respuesta frente a la sublevación contra el gobierno constitucional del presidente ecuatoriano, Rafael Correa.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, y su esposo y secretario general de la Unasur, Néstor Kirchner, convocaron a una reunión de urgencia en Buenos Aires a los mandatarios miembros del bloque. La reacción fue unívoca: una condena firme a cualquier intento de golpe de Estado y una advertencia de que ningún gobierno inconstitucional será reconocido por la Unasur. Además, el entendimiento para adoptar, de cara a la IV Reunión Cumbre Ordinaria de Jefas y Jefes de Estadi y de Gobierno, a celebrarse el 26 de noviembre en Guyana, un Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de la Unasur que establezca una
cláusula democrática.
Los presidentes también decidieron enviar a sus cancilleres a Quito
“para expresar el pleno respaldo al Presidente constitucional de la República del Ecuador, Rafael Correa y al pueblo ecuatoriano, partícipe indispensable del pleno restablecimiento de la institucionalidad democrática en ese país”, según afirma el quinto punto de la
“Declaración de Buenos Aires sobre la situación en Ecuador”, suscrita por todos los presidentes de la Unasur en el Palacio San Martín de la Cancillería argentina, sede de la Reunión Extraordinaria del Consejo de Jefas y Jefes de Estado de la Unasur.
La monolítica posición adoptada por los presidentes marca un cambio sustancial respecto al golpe de Estado contra el hondureño Manuel Zelaya, en junio de 2009, tras el cual hubo divisiones internas por el reconocimiento de Colombia y Perú al gobierno de Porfirio Lobo. Esta división quedó en evidencia en la cumbre de la Unasur de mayo pasado, cuando -a excepción de Colombia y Perú- los socios amenazaron con no acudir a la cumbre Unión Europea-Latinoamérica de Madrid si Lobo asistía como invitado oficial.
“El límite es Honduras”, había advertido antes de la reunión en Buenos Aires el canciller argentino, Héctor Timerman.
Hace dos años la Unasur dio un fuerte respaldo al boliviano Evo Morales para sortear la ola de protestas internas que dejaron una treintena de muertos. También terció en 2008 en la pelea de Bogotá con Ecuador y Venezuela tras la incursión militar colombiana en territorio ecuatoriano para acabar con un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y el año pasado sirvió como válvula de escape a la tensión generada por la decisión de Colombia de dejar utilizar a militares estadounidenses bases en su territorio, asunto fuertemente rechazado por Venezuela, Ecuador y Bolivia.
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