Compartimos la nota de Telesur.
Con una deuda externa de 330.000 millones de dólares, que representa el 95.3% de su Producto Interno Bruto (PIB), Argentina se constituye en uno de los 15 países más endeudados del mundo, con toda la carga política, social y económica que tal condición conlleva.
Una abultada deuda que, el día 10 de febrero pasado, obligó al presidente argentino, Alberto Fernández, en declaraciones dadas a Radio Continental, confesar que su país “no puede cumplir con el cronograma de pagos de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pues si se hiciera se estaría sumiendo a la economía en una postración absoluta. Nosotros queremos destinar el pago de la deuda a la reestructuración de la economía, a sacar a la gente de la situación de crisis en la que está y por ello, objetivamente no podemos cumplir”.
El gobierno de Alberto Fernández, gracias al apoyo logrado en el senado contará con un marco legal y político que le permitan emprender un camino de reestructuración de la deuda, en reuniones de coordinación con el llamado Club de París bajo la premisa de lograr condiciones mejores que permitan, por ende, avanzar por escenarios menos onerosos y que no impliquen un ajuste fiscal – que va acompañado permanentemente de pauperización de la población – que suele ser la exigencia de las corporaciones financieras internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario internacional (FMI) y aquellos que en general suelen generar empréstitos que termina ahogando a los pueblos y sometiéndoles ad eternum a los dictados de esas organizaciones.
Fuente: Telesur.