Reflexión de RoRó* en el marco del programa de Incasur.
“Sea individuo, empresa o país lo importante para sobrevivir en este mundo es ser más competitivo que nuestro vecino”.
Helmut Manchor – ex Presidente de Nestlé
“Que el trabajador no sea necesario ser explotado para trabajar”
Francisco
Las Jornadas latinoamericanas de reflexión y debate, celebradas en la sede de ATE los días 11 y 12 de mayo y organizado por la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL) y la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas (AAL), abordó un tema-problema clave de nuestro tiempo: “El futuro del trabajo: la clase trabajadora, el movimiento sindical y el derecho laboral en el siglo XXI”.
El acto de apertura estuvo a cargo de Julio Fuentes, Presidente de la CLATE, que ofreció la bienvenida a los y las participantes Hugo Godoy, Secretario Gral. de ATE. Fueron coordinadores, en el primer día Álvaro Orsati, de Argentina, economista, de RELATS; y en el segundo día Juan Manuel Martínez Chás, abogado laboralista, RELATS.
Connotados profesionales dedicados a los temas jurídico-laborales de diferentes países de nuestra región, como destacados dirigentes sindicales, y una representante de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) abordaron el tema con mucha altura, con un profundo análisis, y planteando los principales desafíos que enfrenta el futuro del trabajo, y sus impactos sobre las organizaciones e instituciones comprometidas y vinculadas con esta principal actividad de la vida, y que compromete el mismo futuro de nuestras sociedades en su organicidad, especialmente para la generación de empleo estable-justo.
En ese sentido, no podemos enloquecernos solamente con la pasión competitiva, que nos menciona Helmut Manchor, ex Presidente de Nestlé, ya que la vida en sociedad nos exige cooperar y aprender a compartir. Competir y compartir es la consigna de la vida.
Es indudable que la actual revolución científica y tecnológica, como la dinámica del capitalismo cognitivo caracterizado por la innovación, van trazando un panorama de reajuste permanente en el proceso productivo, en el rediseño de las empresas, en el sistema de organización del trabajo, produciendo impactos intensos en la composición de la clase trabajadora y en el quehacer de todo el movimiento sindical.
Se ha creado lo que ya se denomina “Las nuevas realidades”. Esto va perfilando un nuevo rostro y una nueva manera de operar en todo el sistema capitalista, desnudando su propia filosofía nada humanista, ya que siempre partió, y ahora lo acentúa descaradamente, la concepción de que el trabajo es una simple mercancía, como lo afirmó en 1776 Adam Smith, el padre del liberalismo económico. Consecuentemente, el trabajo debe estar sometido a la ley de la oferta y la demanda, una actividad individual, que no compromete sino a quien lo realiza, negando que sea parte de un proceso social, de dimensión comunitaria-colectiva, generador del derecho social o derecho laboral.
La cuestión es simple: el trabajo o es mercancía o es parte de la dignidad humana y, en consecuencia, generador de un derecho fundamental
: el derecho al trabajo y el derecho del trabajo, o derecho laboral, que es tutelado por la OIT y tratados internacionales.
Siendo el trabajo considerado como simple mercancía, en 1791 los famosos “Capitanes de industria”, como se denominaba a los empresarios gestores de la Revolución Industrial y organizadores del “Factory system”, impulsaron en Francia, vía Cámara de Diputados, la famosa Ley “Chapelier”, negando en términos absolutos el Derecho de Asociación de los Trabajadores. Por eso se la denominó la Ley No para favorecer que el trabajador fuera sometido a salvajes jornadas de trabajo de 14-16- y hasta 18 horas por día.
Afortunadamente, fue derrotada esta formulación salvaje gracias a la organización y lucha de la clase trabajadora a través de los sindicatos. Un momento memorable de estas luchas es la recordación de los Mártires de Chicago en 1886, quienes murieron en defensa de la jornada laboral de las tres ocho: 8 horas de trabajo – 8 horas de cultura y recreación – 8 horas de descanso.
Esta postura combativa de reivindicación del derecho al trabajo y del derecho del trabajo, con el rechazo radical de que la actividad noble del ser humano pueda ser asimilado a una simple mercancía, es lo que dio origen a un “Nuevo sujeto histórico”: la clase obrera o clase trabajadora, que lucha por su dignificación y emancipación.
Hoy toda la problemática del mundo del trabajo, con el surgimiento de la inteligencia artificial y el proceso de robotización, está en permanente cimbronazo, sacudida intensamente, siendo sustituido crecientemente el trabajo realizado por una o miles de personas, por los robots y cuanta nueva creación lo vaya permitiendo.
Los datos indican que por cada empleo que genera la tecnología de avanzada, se pierden 3.5, agravando el desempleo a nivel mundial. Así, se refuerza la pobreza.
La OIT, fundada en 1919 justamente para preservar a nivel nacional e internacional los derechos humanos, en especial los derechos laborales, parte esencial de los derechos humanos, manifiesta su honda preocupación ante los cambios vertiginosos que se van operando en el mundo del trabajo.
La preocupación principal podemos sintetizarla de la siguiente manera:
* Siendo los ejes principales de la economía capitalista la trilogía competitividad, la productividad y la rentabilidad, sin consideración alguna sobre los derechos humanos laborales, ¿será que el futuro del trabajo está desde ya inexorablemente condenado a mayores niveles de explotación, a mayores grados de desempleo y a la progresiva eliminación del derecho laboral?
* ¿Cuáles serán los cambios fundamentales que tendrá el trabajo en los próximos 25 años?
* Y estos cambios, ¿qué impactos tendrá sobre el derecho al trabajo y el derecho del trabajo?
*Los diferentes protagonistas, ¿estamos preparados para protagonizarlo positiva y constructivamente? ¿Acaso la economía capitalista podrá tener rostro humano?
* ¿Qué tareas se deben imponer los profesionales laboralistas ante estos retos?
* ¿Cuál es la situación del Movimiento Sindical para enfrentar estos nuevos desafíos?
En la Conferencia de Filadelfia, celebrada en 1944, la OIT hizo una afirmación que la sigue sustentando, al expresar para el mundo:
“El trabajo no es mercancía. La libertad de expresión y la libertad de asociación son esenciales para el progreso constante. La pobreza, en cualquier lugar, es un peligro para la prosperidad de todos. Sin libertad de expresión y sin derecho de asociación no puede haber democracia”.
Esta definición de la OIT parece que se está enterrando con la reforma laboral aprobada en Brasil, promovida sin disimulos en el actual gobierno de Macri, y con maniobras de práctica antisindical que pone en marcha el gobierno de H. Cartes en Paraguay, en Francia, en Perú, en Colombia y en varias partes del mundo.
Los avances desaforados del neoliberalismo y su afiebrada pasión por recrear las peores condiciones de explotación del trabajo humano, ampliando cada día la desigualdad y el hambre en el mundo, nos deben poner en alerta a todos y todas.
En este sentido, registremos lo que hace poco afirmó con mucha claridad el Juez Louis Brandeis de la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica:
“Podemos tener democracia en este país o podemos tener la riqueza concentrada en manos de unos cuantos, pero no podemos tener las dos cosas al mismo tiempo”.
Y no le podemos dar la razón a Platón cuando afirmaba: “Yo declaro que la justicia no es sino la conveniencia del más fuerte”.
Lo que está aconteciendo en Brasil con la aprobación de la Reforma Laboral que pone en marcha el corrupto gobierno de Temer es alarmante, ya que se pretende restablecer el “Factory system” con sobreexplotación del trabajo humano, y que simplemente representa el triunfo de los intereses de los grupos concentrados, del poder de las transnacionales, que sólo piensan en acumular y aumentar riqueza y más riqueza.
La problemática del futuro del trabajo nos indica que debemos estar alertas, ya que sería un retroceso inadmisible. Se cumpliría fielmente el pensamiento de Casimir Perrier, Ministro del Interior de Francia, quien decía a los obreros de Lyon declarados en huelga en 1831: “A los obreros no les queda más remedio que paciencia y resignación”.
Y esta circunstancia le concede un aspecto estratégico a la jornada realizada en Buenos Aires, en la que me tocó afortunadamente participar, y a las que deberá realizarse más adelante, para ponderar a fondo
el futuro del trabajo y el trabajo del futuro.
En todo caso, nos parece interesante registrar lo que nos expresa Francisco: “Que no sea necesario ser explotado el trabajador para trabajar”.
Próximamente abordaremos los aspectos claves del futuro del trabajo y, también, las dimensiones esenciales del trabajo del futuro.
Efectivamente, el futuro del trabajo y el trabajo del futuro, dos caras de una misma moneda, plantean grandes interrogantes.
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Por Rodolfo Romero - Ex Secretario General de la CLAT, ex Director General de la Universidad de los Trabajadores de América Latina (UTAL).