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Perón y los trabajadores en su perspectiva estratégica
La Secretaría de Trabajo y Previsión.
Cuando el Coronel Juan Perón apareció en la escena pública en la República Argentina no existía –en la estructura del gobierno argentino-, el Ministerio del Trabajo y los trabajadores vivían una situación de pobreza y marginalidad social siendo los peones de campo –mayoría de trabajadores en esa época- los más explotados porque, en la Argentina semi feudal, no tenían ningún derecho.
 
El Coronel Perón asumió el 27 de octubre de 1943 la Dirección Nacional del Trabajo que era una dependencia del Ministerio de Economía la que en algunas épocas de mayor represión a los sindicalistas extranjeros, dependía del Ministerio del Interior -igual que la policía- y se le aplicaba a los revoltosos la “Ley de Residencia”, expulsándoselos del País sin más trámites.
 
En una de las medidas más claras del desarrollo estratégico Perón propuso y logró, crear la Secretaría de Trabajo y Previsión, en la Presidencia del General Pedro Pablo Ramírez la que se efectivizó por decreto Ley 15074, responsabilidad que asumió el 2 de diciembre de 1943.
 
Esta Secretaría de Estado, asumía las funciones de diferentes  dependencias  del gobierno tales como los servicios y facultades conciliatorias y arbitrales en lo laboral, así como las funciones de policía del trabajo, los servicios de higiene industrial, las inspecciones de asociaciones mutualistas y los relacionados con el trabajo marítimo, fluvial y portuario. Igualmente los departamentos, direcciones u oficinas del trabajo y los organismos y servicios existentes en las provincias quedaron convertidos en delegaciones regionales de Trabajo y Previsión.
 
Desde ahí empezó su tarea con los trabajadores sindicalizados y convocando a que se organicen los que no estaban organizados -que eran la mayoría de los trabajadores-, gran parte de ellos llamados “cabecitas negras” por ser oriundos de las provincias, promoviendo medidas concretas que favorecían a los trabajadores. Se promulgó el aguinaldo; se dictó la Ley del “Estatuto del Peón de Campo”; se dispuso las vacaciones pagas y se empezó a dar cumplimiento a la legislación social que hasta ese momento no sólo no se cumplía sino que las violaciones eran de todo tipo.
En 1944, por Decreto Ley 14538, el 3 de junio se crea en el marco de la Secretaría de Trabajo y Previsión, la Dirección Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional comenzando un proceso de capacitación de obreros y técnicos industriales que comenzando con un Ciclo Básico de tres años en la que los jóvenes a partir de los 14 o 15 años comenzaban a estudiar y capacitarse en oficios que pasaban luego a cuatro años del ciclo técnicos donde se graduaban de tal, lo que les permitía pasar luego a estudiar en la Universidad Obrera –hoy Universidad Tecnológica-, dando comienzo al desarrollo de personal calificado técnica, intelectual y científicamente para abordar –ese era el plan- el desarrollo de un país autónomo e independiente.
 
A partir de ahí, producido luego el 17 de octubre que fue la expresión revolucionaria de la participación de los trabajadores en la vida política del País, cuando Perón asumió la Presidencia de la República, en las primeras elecciones realmente limpias, definió, en su mensaje al Congreso que “el había elegido a los trabajadores como sus compañeros”.
 
Su Gabinete tenía varios hombres que provenían del Movimiento Obrero, Ángel Gabriel Borlenghi del sector comercio en Interior; José María Freire del vidrio en el ministerio del Trabajo (el primero de la historia);  Juan Atilio Bramuglia, asesor sindical de la Unión Ferroviaria, el sindicato más importante de la época. Además de varios Dirigentes como diputados y en otras tareas  de funcionarios en los más diversos niveles incluso en Relaciones Exteriores, creándose las Agregadurías Laborales, que eran cubiertas por dirigentes sindicales debidamente preparados al respecto.
 
En 1947 el Presiente Perón le entrega al Secretario General de la CGT en su sede los Derechos del Trabajador los que posteriormente se incorporaron al texto de la Constitución Nacional de 1949 en la que, entre otros temas sociales como los derechos de la ancianidad y de los niños, se incorporaron en el capítulo III, “Los derechos de los Trabajadores” cuyo texto, en que su parágrafo 10, del Art. 37 dice: “I De los Trabajadores: parágrafo 10. Derecho a la defensa de los intereses profesionales. Derecho a agremiarse libremente y de participar en otras actividades lícitas tendiente a defender los intereses profesionales constituyendo atribuciones esenciales  de los Trabajadores, que la sociedad debe respetar y proteger, asegurando el libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarle o impedirlo”. 
 
Es interesante observar que dicho texto no menciona el derecho a la huelga sobre lo que podemos decir que  en aquellos años de explotación generalizada no era común encontrar textos constitucionales que sostuvieran esas ideas.
 
Dice el Constitucionalista Radical Vanosi que, cuando se discutió el derecho de huelga, el Dr.  Sampay, quien fue el verdadero cerebro de esta pieza jurídica, que defiende lo nacional, lo popular y lo social, expresó que consideraba que “el derecho de huelga es un derecho natural de los trabajadores y en consecuencia consideraba que no era necesario que figure”.
 
En el periodo de 10 años de Gobierno de Perón entre 1946 y 1955, se vivió el más alto  nivel de justicia social el que, al decir de un obrero naval Miguel González, “Yo antes de Perón en el taller no era nadie y desde su aparición en el gobierno fui un señor…”. La dignidad del trabajo y del trabajador fue una de las máximas conquistas.
 
En esos años no es que no hubiera luchas, conflictos y huelgas. “Muchas veces el propio Perón –al decir de algunos dirigentes sindicales de ese época- nos pedía que peleáramos para que no lo dejaran solo a él, enfrentándose con los malos empresarios”.
Varios de esos conflictos, entre otros los de ferroviarios, metalúrgicos y trabajadores azucareros, fueron muy duros por enfrenta patronales que creían y querían que se continuara con el sistema de explotación.
 
Pero esos años -los mejores de nuestra historia-, signaron para siempre la historia del peronismo que tiene a los trabajadores como artífices de su propio destino. El Presidente Perón no solo incorporó a trabajadores en la función pública en lo nacional y en lo internacional, sino que muchas veces sentaba al Secretario General de la CGT en la reunión de Gabinete, a quien invitaba a participar, no solo para la consulta, sino como expresión del protagonismo de los trabajadores en la nueva argentina de Perón. 
 
El Presidente Perón acostumbró a visitar la sede de la CGT dos o tres veces por mes, donde conversaba con los dirigentes, se interesaba en los problemas que enfrentaban y les daba conferencias que se convirtieron en una suerte de seminarios de capacitación que ayudaba la formación e información de los Dirigentes. Esto se complementaba con la Escuela Superior Peronista donde se impartía capacitación y actualización a los dirigentes políticos y sociales y desde el Movimiento Obrero Organizado surgieron escuelas sindicales en cada organización que preparaba a sus cuadros en sus tareas específicas y en su capacitación como Dirigentes.
 
En la búsqueda de ese objetivo el Presidente Juan Perón definió: “…organizar no es juntar, como mucha gente cree. Organizar es preparar conciencias para actuar en forma unida y solidaria. Y eso se consigue inculcando una doctrina. La doctrina no se enseña, se inculca. Es decir hay que meterla en la mente, pero también en el corazón. Solamente así perviven las Organizaciones, cuando la doctrina ha sido inculcada. Cuando ese fenómeno se ha producido en la institución recién podemos decir que estamos organizados. Juntar gente heterogéneamente congregada solo sirve para que se peleen y se separen. Unir gente adoctrinada es para que se aglutinen cada vez más, discutan y se aglutinen más aún…”
 
En la transmisión de sus ideas políticas Perón definió una idea fuerza doctrinaria que fue “Por una sola clase hombres: los que trabajan”.
 
Esta definición novedosa de Movimiento de los Trabajadores, tenía el sentido de señalar que la idea de fondo era superadora de la tradicional definición de ‘Sindicato’, que nuclea naturalmente a los trabajadores de un sector económico, empresa u oficio, que tienen un salario y unas reivindicaciones concretas, para dirigirse al conjunto de los trabajadores. Sean estos obreros u empleados; de la Ciudad o del campo; manuales o intelectuales; estatales o privados;  de la educación, técnico o de la cultura; en actividad o jubilados; empleados o desempleados.
Y junto a ello decía: “Cada uno debe producir, por lo menos lo que consume”.
 
O sea la dignidad del trabajo y la cultura del trabajo impone no solo el derecho de cada ciudadano a trabajar, sino también la obligación de trabajar. Para solventar sus necesidades y las de su familia y las del conjunto de la sociedad que es la riqueza compartida. Por ello añadía los derechos de la niñez y de la juventud y decía: “Los únicos privilegiados son los niños”. Que son los que tienen el derecho de jugar y estudiar, tener alimentación, cobijo, salud y sobre todo contención, protección y amor.
 
Sólo la organización vence al tiempo.
 
Las medidas concretas tomadas desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y desde el Gobierno peronista, generaron un modelo de organización sindical que todavía hoy es ‘la columna vertebral’ y que no ha podido ser destruido a pesar de los fuertes retrocesos, errores y fracasos, muchas producto no solo de la acción del enemigo que ha intentado una y mil veces destruirnos, destruir al peronismo, para lo cual necesita destruir el Movimiento Obrero Organizado, sino que a veces producto de errores o malos manejos de propios dirigentes.
 
No obstante el modelo que llamamos “Sindicato industrial”, que es aquella organización sectorial que acoge o afilia a todos los trabajadores de un mismo sector económico, más allá de la especialidad, el oficio o la tarea que el trabajador cumpla.
Por ejemplo. Todos los trabajadores que trabajan en una empresa metalúrgica, son metalúrgicos sea tornero, freezador, mecánico, chofer o personal de maestranza. El que barre en un taller metalúrgico, también es metalúrgico porque su encuadramiento lo produce en el sector económico que labora y no la tarea  que desempeñe. Eso, tener grandes organizaciones, que contenga a todos los trabajadores de un sector de carácter  nacional es lo que ha permitido mantener el poder de la clase obrera organizada. El intento de volver al sindicalismo de empresa, de oficio o el intento de romper la unidad por planteos ideológicos o de supuestas bondades individuales, son solo actividades divisionistas más allá de las buenas intenciones que pudieren tener.
 
Queda hoy, ante nuevos desafíos en las puertas de una nueva crisis mundial del capitalismo, impedir que los intereses que pretenden explotar contradicciones secundarias del movimiento nacional y popular, con la finalidad de fondo de destruir al peronismo y al movimiento obrero, lo consigan. No prestarse a ese juego.
 
La unidad nacional y la unidad en el conjunto de los pueblos y naciones de la América morena, es el objetivo y el desafío. A no errar el camino.
 
Carlos “Pancho” Gaitán
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