Por Carlos “Pancho” Gaitán, Vicepresidente de la Fundación Promoción Humana.
La Confederación General del Trabajo (CGT) realizó su Congreso Nacional el 22 de agosto del 2016, logrando la unificación de las tres expresiones en las que se había fraccionado en el Congreso anterior por influencia de corrientes políticas que operaron a su interior. Uno de los acuerdos que establecieron fue el de que los tres dirigentes conductores hasta ese momento de las fracciones autodenominadas CGT dieran un paso al costado y posibilitaran la conformación de un triunvirato de conducción, para superar las divergencias y construir una alternativa unitaria.
Lamentablemente algunas organizaciones, por distintas razones, quedaron al margen de este proceso y otras conformaron una tendencia interna de opinión, que expresaba ciertas contradicciones con el triunvirato electo en dicho evento unificador.
Aquel Congreso, entre otros acuerdos, declaró una huelga general para ser ejecutada cuando la dirección electa lo considerara conveniente o necesario.
Asimismo, el triunvirato dio un plan de trabajo interno con pasos bastante precisos.
El primero fue consolidar el triunvirato, logrando avanzar en lograr una coherencia de unidad de concepción entre los principales tres nuevos dirigentes que, aunque se conocían, venían de distintas prácticas desde hacía bastante tiempo. Para ello asumieron los lineamientos de la CGT dados el 29 de abril de 2016, en el primer gran acto masivo rememorando el 1° de mayo, con presencia de unos 350.000 trabajadores, donde se asumió como línea programática lo definido por el Movimiento Obrero en Huerta Grande y La Falda, así como el Programa del 1° de mayo de la CGT de los Argentinos y los 29 Puntos de Saúl Ubaldini.
Se planteó al mismo tiempo la necesidad de acordar con el gobierno y los empresarios para que se frenaran los despidos y se mantuviera la capacidad de compra de los trabajadores, logrando firmar un acuerdo que luego no fue cumplido ni por los empresarios ni por el gobierno.
El segundo objetivo fue trabajar en cohesionar la fuerza que expresaba el conjunto de las organizaciones confederadas que tienen disímiles matices diferenciadores de historia, concepción y práctica. Los trabajadores estatales de la administración central, con los de los distintos estamentos, nacionales, provinciales o municipales; los trabajadores de los sectores industriales con problemas de rediseño de sus especialidades, diferenciándose grandemente los trabajadores de las grandes plantas industriales con la de los talleristas y las pymes; los trabajadores de la educación y la cultura con los sectores artesanales y manufactureros; los trabajadores de los servicios de la banca, los fiscales y seguros; los trabajadores de transporte, muy diferentes según sean terrestres, ferroviarios, aéreos, marítimos, fluviales y portuarios; los trabajadores del comercio con los de los servicios; los de la energía con impacto muy fuerte entre sectores petroleros, hidráulicos, eléctricos, de energías alternativas; los viales; los de la alimentación; etc., que forman una gama hoy muy compleja, con el agravante de una pluralidad organizativa producto de los intentos de atomización del Movimiento Obrero por parte de los gobiernos que intenta romper el modelo de unicidad sindical practicado en Argentina desde 1944 y que le diera el poder y el protagonismo que desarrolló la clase trabajadora en más de 70 años. Sobre esto se continúa trabajando, habiendo logrado sustanciales avances.
Lo tercero fue introducir una modificación en la concepción del movimiento obrero, transformándolo en "Movimiento de los Trabajadores", asumiendo la concepción de "Por una sola clase hombres: los que trabajan", dándose una política para la participación orgánica de los trabajadores de la economía informal y de la economía popular que expresan a la mitad de la clase trabajadora por el altísimo nivel de desempleo que han generado las políticas neoliberales desde la imposición en 1976 de la dictadura cívico militar hasta hoy. Esta tarea en ciernes, de no fácil realización en plenitud, avanza acompañada por la concepción del Papa Francisco en camino de materialización.
En concreto, el triunvirato, como conducción del conjunto, avanzó en la construcción de un poder que en agosto del '16 prácticamente no existía debido a la dispersión reinante. A partir de ahí, convocó a los sectores sociales, no sólo de la economía popular sino también a los empresarios pymes, proponiendo la defensa común de la producción y del empleo nacional. Visitó además a Dignatarios de la Iglesia y a todos los partidos políticos democráticos -incluso del oficialismo- a unos para invitarlos a expresarse de manera común y a los oficialistas para informarles de las necesidades de los trabajadores, del desempleo existente, de la inflación, de la pérdida del poder adquisitivo, de la necesidad de defender los intereses de la producción y el empleo nacional, y para informarles de las decisiones de reclamos de la CGT, convocando a la manifestación del 7 de marzo, día en que se produjo una movilización de cientos de miles de voluntades no sólo en la ciudad de Buenos Aires sino en todos los distritos del país.
Finalmente, en una persistente tarea de construcción política de los trabajadores, luchando día a día para superar incomprensiones y pequeñeces de intereses personales, arribamos a la convocatoria de Huelga General que se materializará el
6 de abril, donde se espera que la paralización del total del país sea comprendida por el gobierno para dar un cambio de rumbo a la economía, que deje de servir a los intereses de empresas transnacionales y que se aboque a la concreción de un plan de desarrollo nacional, con equidad y justicia social y trabajos para todos. Pues es un crimen que en este país, productor de alimentos para 400 millones de personas, un tercio de la población, sufra de pobreza y de una marginalidad social que hace que no tenga para lo más elemental de subsistencia.
Este paro por trabajo, por educación, por salud y por vivienda para todos será un hito de la lucha popular en la reconstrucción del país.